Aliado Destacado | Jim Wikel, Painted Horse Recovery

Jim Wikel

Jim Wikel, miembro de la Nación Seneca-Cayuga de Oklahoma, no duda en reconocer la complejidad que enfrenta en su trabajo de recuperación entre pares cuando se trata de la reducción de riesgos. Es simplemente la realidad.  

Painted Horse Recovery, donde es director regional, ofrece servicios de pares específicamente para personas indígenas nativas que viven y usan drogas en el área de la ciudad de Portland. Los kits de reducción de riesgos que distribuyen incluyen lo más común: naloxona, condones y kits para el cuidado de heridas, pero además incluyen salvia o yerba santa. También trabajan con un programa de vivienda de fácil acceso y un tratamiento residencial que no exige abstinencia. Wikel reconoce que éste es un tema delicado en las comunidades indígenas. 

“Mi forma de pensar es que si alguien está muerto, ya no tiene ninguna oportunidad de recuperarse”, dice Wikel. “Pero si podemos ayudarle a seguir con vida, entonces, esa persona podrá avanzar hacia lo que significa la recuperación para ella". 

Se ha reconocido ampliamente que conectarse con las prácticas y ceremonias culturales indígenas nativas es una parte fundamental del proceso de recuperación para las comunidades indígenas tribales y urbanas. Estas prácticas fomentan el bienestar integral, interconectan la salud física, mental y espiritual, fortalecen el sentido de pertenencia y ayudan a sanar el trauma histórico, que es una de las causas principales del trastorno por uso de sustancias. 

Tradicionalmente, las comunidades indígenas nativas también valoran mucho la abstinencia, de acuerdo a Wikel. Muchas personas indígenas se abstienen completamente del uso de sustancias y, quienes están en recuperación, suelen preferir el modelo de abstinencia. 

“La visión dentro de las comunidades indígenas es que, para participar en ceremonias como la del temazcal, la del peyote o las de la casa comunal, hay que mantenerse sin consumir drogas ni alcohol durante cuatro días”, explica Wikel. “Necesitas una mente clara para entrar en la ceremonia”. 
Pero esto está cambiando, dice Wikel, y él es parte de ese cambio. 

Wikel ha estado en recuperación desde los años 1990s siguiendo el modelo de abstinencia, lo que moldeó su forma de pensar durante muchos años. Sin embargo, cuando empezó a trabajar con comunidades indígenas nativas en recuperación, comenzó a cuestionar los requisitos que impiden a aquellos que usan drogas a participar en ritos ceremoniales.  

Él recuerda una ocasión en la que asistió a un temazcal de recuperación y llegó una persona que había consumido metanfetaminas la noche anterior. Después de hablar con Wikel, el líder de la ceremonia decidió dejarlo participar, a pesar de no haber cumplido con los cuatro días de abstinencia. Desde entonces, esa persona regresó al temazcal, se involucró con la comunidad de Wellbriety y volvió a conectarse con su comunidad tribal. 

“¿Qué hubiera pasado si no lo hubiéramos dejado entrar?” se pregunta Wikel. “¿Habría podido recuperarse y mantenerse en recuperación?” 

Estas experiencias han reforzado la forma de pensar de Wikel sobre la relación que existe entre la reducción de riesgos y la cultura.  

“Es nuestra responsabilidad crear lugares seguros, amigables y llenos de amor para que las personas puedan establecer su propia relación con el Creador”, dice Wikel. “Las personas indígenas que luchan con el uso de sustancias tienen mucho más éxito cuando pueden participar en su cultura y ceremonias. Esa debería ser la base de todos nuestros servicios”. 

Cuando Wikel piensa en la comunidad indígena a la que sirve en Painted Horse, recuerda la resiliencia y fortaleza de su gente. Wikel está seguro que pueden superar las dificultades que conlleva el uso de sustancias. Aún cuando el equipo de Painted Horse ve a las personas en sus momentos más bajos, sabe que nunca pueden perder su humanidad ni su identidad. 

Desde el genocidio y el desplazamiento forzado hasta la separación familiar y los internados, Wikel reitera: “Seguimos aquí”. 

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